
15 Ago Viviendo el presente
¿Cuántas veces hemos oído eso de: “si volviera a nacer haría esto de tal forma”, “me lo tendría que haber pensado dos veces”, “como pude haber dicho tal cosa”, “que pena no haber disfrutado más de aquellas vacaciones”, “si hubiera amado más a tal persona”,…? Frases de este estilo son una muestra de sentimientos de remordimiento y la prueba de que pasamos por situaciones y experiencias sin haberlas vivido al máximo por falta de atención y no estar presentes en el aquí y el ahora.
¿Cuántas veces hemos estado sentados ante unas vistas maravillosas y no nos hemos percatado de infinidad de detalles, ni dejado empapar por la sensación de paz y libertad de estar en la naturaleza por andar flotando por ahí entre pensamientos, planes, recuerdos u organizando mentalmente la próxima hora?.
¿Cuántas meteduras de pata, cuantos asuntos de trabajo hemos hecho de manera incorrecta, cuantos conflictos laborales y familiares, cuantos golpes tontos con el coche, cuantas veces nos hemos desviado de la ruta echando la culpa al GPS, cuantas posibles parejas han pasado delante nuestra sin darnos cuenta, cuanto amor hemos dejado de dar y recibir, cuantos y cuantos problemas nos ha provocado la falta de atención al aquí y al ahora?
Aunque sea una obviedad decirlo, nunca viene mal recordar que cada momento está hecho para vivirlo al cien por cien, para aprender de él, para sacarle todo el jugo. Cada experiencia ha de ser consumida en su totalidad, independientemente que sea agradable, desagradable o no nos cause un interés especial…
Consumir la experiencia es un concepto que va más allá de vivir el placer al máximo. Consumir totalmente la experiencia es vivirla siendo conscientes en todo momento de lo que está ocurriendo, con la mente puesta en el presente en vez de estar divagando entre el pasado y el futuro o en como deberían ser las cosas. Consumir la experiencia en su totalidad se trata de prestar atención plena a las palabras que vamos a decir, a nuestras necesidades, a nuestros deseos, a no dejar flecos ni cabos sueltos. Consumir al máximo la experiencia por otro lado es desarrollar generosidad y abandonar por un momento nuestras apetencias por entregarnos a otra persona que nos necesita en este preciso momento.
Consumir hasta la última gota de la experiencia evita decir o no decir cosas desde la inconsciencia llevados por el miedo o los arrebatos.
Cuando hablamos de consumir la experiencia no entramos en juicio, simplemente actuamos de forma plenamente conscientes para luego sentirnos en todo caso responsables de nuestros actos en vez de culpables.
Consumir la experiencia en una buena forma de combatir la insatisfacción. Si ante una situación agradable y placentera salimos de los bucles del pensamiento y de los viajes al pasado y al futuro para centrarnos completamente en el presente, lo más seguro es que ese momento agradable lo vivamos con tanta intensidad que nos deje una gratificante sensación de satisfacción.
Añorar el pasado puede provocar depresión, y vivir temiendo y tratando de controlar el futuro, ansiedad y miedo.
Si establecemos nuestra presencia en el presente creamos las bases para curar el pasado y favorecer las cosas que están por venir.
Vivir aquí y ahora se puede aprender a hacer. El primer paso es generar la intención de hacerlo. Practicar Mindfulness es el entrenamiento para nuestra mente reconozca e incluya en sus planes vivir aquí y ahora.
La atención plena al momento presente que estamos viviendo no nos asegura que vayamos a hacerlo todo correcto, perfecto, bien, no obstante estos términos solo son conceptos. La atención plena al momento presente nos puede ayudar a no hacer cosas que no deseamos hacer, a sacar todo el partido a la experiencia y a aumentar notablemente nuestros niveles de eficacia, satisfacción y bienestar.
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