
15 Ago La aceptación
La aceptación no es resignación exactamente. La diferencia principal es que la aceptación está basada en la sabiduría, en comprender que las cosas son como son y en reconocer lo que no tenemos capacidad de cambiar porque no depende de nosotros. En cambio la resignación lleva adosada cierta carga de sufrimiento y sumisión ante lo que nos gustaría que fuera y no es. Con la resignación no terminamos de soltar del todo el asunto En términos generales podría ser algo así.
Aceptar las cosas tal y como son es una de las cualidades principales que tendemos a desarrollar cuando practicamos Mindfulness. Entrenarnos en ser testigos de los fenómenos que ocurren momento a momento en nuestra mente, cuerpo y el entorno desde la aceptación, es un trabajo perfecto para ir ampliando esta cualidad de menos a más. Es mucho más probable que se instale en nuestra mente el hecho de aceptar, si empezamos con una molestia en un pié por la postura que si nos proponemos aceptar que nos han despedido del trabajo.
La aceptación no se trabaja desde el pensamiento lógico. Desde ahí se entiende y se le encuentra sentido, pero la sabiduría no es una cuestión que tenga ver solo con el pensamiento brillante y analítico. La sabiduría se alcanza desde la experiencia. Hay gente analfabeta profundamente sabia. La sabiduría es un tema de gestión de la vida. Un sabio no es quién tiene muchos estudios y un discurso abundante. Un sabio es quién gestiona bien sus conocimientos y su mundo interno. Una persona sabia hace de sus conocimientos algo útil para sí misma y los demás. Una persona sabia sufre menos. Una persona sabia sabe cuando puede actuar y cuando debe dejar que las cosas sean tal cuál son, una persona sabia acepta, no se resigna.
En términos puramente prácticos, aceptar las cosas tal cuál son, soltarlas y evitar que la mente siga enredada en ello, además de ayudarnos a sufrir menos, nos permite poder dedicarnos con energía a otras cosas que quizás si estén el campo de nuestra influencia, nos va ayudar a ser mas productivos en definitiva.
Cuando estés meditando y surja una emoción desagradable, no te limites solo a dejarlo pasar y volver a tu respiración de forma mecánica aplicando la técnica; desarrolla en tu corazón el sentimiento de aceptación plena, reconoce el derecho a existir que tiene esa sensación desagradable con cariño y comprensión, acéptala plenamente ,y desde esa aceptación vuelve a tu objeto de atención. La aceptación se entrena poco a poco hasta que sea algo en lo que apenas tengas que pensar. Trabajándolo desde la paciencia y la comprensión profunda que aporta la atención plena, se irá convirtiendo en un hábito.
Si abres tu foco de percepción de la situación y tienes en cuenta mas detalles, habrás aceptado las circunstancias, sufrirás mucho menos y sobre todo estarás gestionando la situación desde un punto de vista realista y práctico
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