
15 Ago Escucha activa y diálogo consciente
Habitualmente se considera a una persona como “muy abierta” cuando es habladora. Ese tipo de personas que entablan conversación con todo el mundo, te cuentan sus cosas, anécdotas, comparten lo que saben, te hablan de sus viajes y tienen opiniones de todo y para todo: “es que con fulanito es imposible aburrirte, no para de hablar”, ¿has oído esa frase alguna vez, o conoces alguien así?
Por una puerta abierta se puede entrar y salir. Una persona es realmente “abierta” cuando además de hablar, escucha. Pero no ese tipo de escucha sin prestar atención, ni en la que notas ansiedad por que te calles y empezar a hablar la otra persona. Una escucha abierta y consciente se produce cuando la otra persona habla y tu atención está totalmente focalizada en entender, empatizar y absorber lo que dice. Tampoco es escucha activa ni diálogo consciente cuando la otra persona habla y nuestra mente está generando todo tipo de opiniones, juicios y respuestas posibles a sus comentarios.
El diálogo consciente se produce cuando tú hablas siendo plenamente consciente de tus palabras, de lo que quieres decir, de lo que deseas preguntar y la duda que quieres aclarar y de la intención de tus palabras,.
La escucha activa se produce cuando llevas toda tu atención a las palabras de la otra persona, recibiéndolas con apertura, dejando pasar cualquier juicio o valoración, poniéndote en su lugar, mostrando un interés genuino por lo que la otra persona está contando .
En realidad el diálogo consciente y la escucha activa son herramientas muy útiles para las relaciones humanas, para saber en verdad que quiere decir y como se siente la otra persona, te aporta una información completa de la situación, evita que se queden cosas en el aire que luego puedan ser motivo de conflictos y malos entendidos, y sobre todo es un acto de reconocimiento, respeto y amor al prójimo.
No es exagerado decir que uno de los motivos principales por los que muchísima gente se siente sola, deprimida y abandonada es precisamente por no sentirse escuchada. Sentirte solo en medio de la multitud puede que no te resulte un concepto extraño. Además la sabiduría popular es clara en este asunto, piensa en lo que significa el refrán de “no hay mejor desprecio que no hacer aprecio”.
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