
26 Oct Cómo gestionar eficazmente las dificultades con la práctica
. Cuando nos dispongamos a emprender la práctica de la meditación, hay que tener en cuenta que es muy probable que la mente se resista a incorporar un hábito nuevo en su rutina. Por lo tanto conviene prestar atención a nuestros auto sabotajes y darnos cuenta cuando estos aparezcan.
A continuación veremos algunos ejemplos de los obstáculos y dificultades más frecuentes y como resolverlos:
-¿Dónde? y ¿cuándo? meditar. A la hora de buscar el rincón de tu casa donde sentarte a meditar tan solo preocúpate que sea un lugar cómodo, con temperatura e iluminación que te resulte agradable, tranquilo, silencioso y que ofrezca el menor número de distracciones posibles.
– Elige bien el momento en el cuál tengas la seguridad que durante el tiempo que le vas a dedicar nada ni nadie te va a interrumpir salvo necesidad. Lo importante es que una vez elegido tu “momento Mindfulness”, lo mantengas.
– Decide una duración realista de sentada. Ponte una alarma que te avise cuando haya pasado el tiempo. Se firme en tu decisión de estar ese tiempo en meditación. Con todo, es un asunto más de actitud y compromiso que de “disciplina militar”.
– Distraerse y enredarse continuamente con pensamientos y emociones es totalmente normal. A medida que entrenes tu concentración te ocurrirá menos, pero aún teniendo el hábito de meditar todos los días sigue pasando. De lo único que te tienes que preocupar es de cada vez que hay distracción, volver al objeto de meditación, así de sencillo; evita reaccionar negativamente ante lo que está ocurriendo.
– Hay quién asegura ponerse nervioso o sentir ansiedad cuando medita y pensar que “esto no funciona” o que “no vale para meditar”. Todo esto son estados mentales manifestándose, no es la meditación en sí. Si vales para respirar vales para meditar.
– El sueño a veces se hace especialmente intenso cuando nos sentamos a practicar. Incluso podemos llegar a dormirnos en mitad de la meditación. Un factor clave es la hora a la que te sientas, elegir bien el momento del día es importante, cada persona sabe cuando está más despejada. También podemos simplemente escuchar el mensaje que nos manda el cuerpo y aprovechar para acostarnos.
Muchas otras veces nos dormimos simplemente por que nos aburrimos meditando, pues la mente acostumbrada a buscar continuamente estímulos se distrae o adormece al no encontrar nada extraordinario que la estimule durante la práctica
Intensificar la atención en cada detalle durante la inspiración suele funcionar para combatir el sueño, y hacer lo contrario, es decir, intensificar la atención cuando soltamos el aire es útil para liberar tensiones.
– El dolor de espalda y piernas, así como el adormecimiento de estas es otra dificultad habitual. Gestionar bien los dolores físicos que aparecen durante la práctica es una oportunidad maravillosa para entrenar a la mente a gestionar otros dolores de la vida más intensos. Aquí sería clave no transformar el dolor en sufrimiento y observar como reacciona tu mente ante la aparición de una molestia física, y como cambia esta molestia cuando tu mente se calma, así como fijar la atención en el dolor y observar si esta estático o se mueve, si es calor, picor o algo punzante. Darse cuenta de su naturaleza cambiante, como su intensidad varía o incluso desaparece (quizás para utilizar el dolor o las molestias en general, como objetos de meditación hace falta cierta práctica y un conocimiento mas profundo de Mindfulness . No obstante te lo apunto para que experimentes).
Si la molestia supone un problema, date cuenta de ello y muy tranquilamente, consciente de cada movimiento, ves cambiando a otra que te permita continuar con tu práctica.
Estas son algunas de las dificultades habituales que te puedes encontrar. Aunque pueden aparecer otras, lo importante es siempre mantener tu compromiso y la actitud de:
- Observar con atención y desidentificación lo que ocurre con el ánimo de conocerlo tal cuál es.
- Tomar nota y dejar pasar las distracciones para devolver la atención a la respiración o al cuerpo
- No juzgar, ni querer que nada sea distinto a como es.
- Desarrollar paciencia.
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